El deterioro de humedales trae aparejado la pérdida de funciones del ecosistema como: incremento de la escorrentía superficial, alteración de los flujos y distribución del agua, erosión y pérdida de suelos, aumento de la evaporación, salinización, debilitación de la sanidad vegetal, mortandad de plantas, reducción de la cobertura y diversidad vegetal, disminución de la producción primaria y secundaria.
Todo esto implica una deficiencia en el rendimiento del agua en los ecosistemas y con efectos negativos sinérgicos o en cascada: el agua se pierde aguas abajo en escorrentías aceleradas y se evapora con mayor facilidad en sustratos que se van desertificando.
Recientes investigaciones sobre las tendencias climáticas en el Altiplano, basados en el estudio de los anillos de crecimiento de las queñoas (Polylepis tarapacana), señalan que los últimos 40 años han sido los más secos dentro de un período de 700 años. Por otro lado, los modelos climáticos a futuro coinciden en un calentamiento de al menos 5°C en la temperatura media anual para fin de este siglo. Ello implica que el déficit hídrico se acentuará en los ecosistemas de Altiplano por más que se pueda predecir cierta estabilidad en la precipitación media anual a futuro.
En otras palabras, como indica el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), el agua se escapa más fácilmente a la atmósfera y es cada vez menos retenida en el suelo para alimentar funciones ecosistémicas que se traducen en servicios ecosistémicos.
Bajo esta argumentación surge la siguiente visión del Proyecto Más Agua, tal como se aplica en la Región de Tarapacá, y sumándose este año la región de Arica y Parinacota:
En los Altos Andes, se intenta optimizar el rendimiento del agua de las precipitaciones generadas del Anticiclón Pacífico y del Atlántico; maximizando la retención de agua en el suelo para alimentar procesos sinérgicos productivos e hidrológicos como la humectación e infiltración hacia reservas subterráneas, reduciendo los procesos de degradación por desecamiento, escorrentías aceleradas, y erosión.
El agua retenida en el sistema superficial y subterráneo de los humedales y las cuencas que éstos alimentan favorece los servicios ecosistémicos de abastecimiento (Ej.: disponibilidad de agua, producción de forraje y producción animal), los de regulación (Ej.: procesos hidrológicos de mantenimiento de la calidad y caudal de agua en las cuencas, reducción de los efectos de las oscilaciones climáticas), los de soporte (Ej.: generación de estructura y heterogeneidad del hábitat para la vida silvestre, paisaje, y asentamientos humanos), y los culturales (Ej.: rituales ancestrales, educativos, y turísticos).
El territorio altoandino de la Red Nacional de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Nacional (RED SIPAN) en el cual se focaliza el accionar de este proceso, está constituido por el piso ecológico de altiplano, en las comunas de General Lagos en la región de Arica y Parinacota, y las comunas de Colchane y Pica en la región de Tarapacá.
Esta franja territorial presenta una serie de particularidades desde un aspecto político-administrativo que le otorgan una condición fronteriza y de relacionamiento cotidiano con las localidades y comunidades que habitan los países de Perú y Bolivia.
En términos geográficos, el territorio de altiplano se emplaza sobre una meseta de altura que se extiende entre faldeos de cordones montañosos que derivan de la Cordillera de los Andes, otorgando una condición de altura que va desde los 3.800 a 6.200 m.s.n.m. con presencia de alto volcanismo, y que da origen a hoyas hidrográficas que permiten el origen de ríos que se desplazan hacia el poniente, como también de cuencas de carácter endorreico que permiten la formación de lagunas o salares (CIREN, 2021).
En cuanto a la condición climática, este piso ecológico de acuerdo con la clasificación de Koëppen, se asocia a un clima de tipo ETH[w], correspondiente a tundra por efecto de altura con precipitación estival. En cuanto a las variantes climáticas, se distingue el clima de estepa de altura, el cual se emplaza en el piso altiplánico por sobre los 3.000 m.s.n.m. y que se caracteriza por su gran amplitud térmica y con precipitaciones anuales que varían desde los 300 a los 100 mm. producto de las precipitaciones estivales asociadas, fenómeno denominado comúnmente como invierno altiplánico. Por su parte, en los sectores cordilleranos cuyas altitudes superan los 5.000 m.s.n.m. se identifica un clima de hielo por efecto de altura. Esta variación climática se caracteriza por emplazarse en sectores de nieves eternas cuyas temperaturas medias no superan los 0°C y precipitaciones cercanas a los 300 mm. (CNR, 2017).
La condición demográfica da cuenta de un contexto de alta dispersión territorial, cuya población se asienta en torno a pequeños caseríos o estancias familiares distribuidas en relación a la presencia de sistemas de humedales altoandinos que permiten proveer de recursos hídricos y vegetacionales para la alimentación y mantenimiento del ganado camélido doméstico, representado por la crianza de las especies alpaca y llama principalmente, y que se posicionan como una de las principales actividades productivas y subsistencia de este territorio.
Uno de los pilares que dinamiza la economía de comunidades indígenas del piso altiplánico tiene relación con la ganadería de camélidos sudamericanos domésticos, especialmente llamas y alpacas, como también en menor proporción la producción ovina adaptada a las condiciones propias de este piso ecológico. De acuerdo con lo observado, la sostenibilidad de este sistema productivo se encuentra intrínsecamente vinculado con el manejo adecuado de los sistemas de humedales altoandinos destinados para el pastoreo. Sin embargo, durante las últimas décadas, diversos factores han incidido en el deterioro progresivo de estas praderas, siendo la disminución de pluviosidad un elemento relevante y que da cuenta de los cambios ambientales globales a los que se encuentran expuestos estos ecosistemas frágiles. Lo anterior se complementa con factores antrópicos como han sido los procesos migratorios hacia los centros urbanos, y por consecuencia, la interrupción del conjunto de prácticas tradicionales asociadas a la conservación de vegas y bofedales para el pastoreo, como aquellas propias del manejo ganadero. Mientras que, en otros sectores específicos, como ha ocurrido en las cuencas altoandinas de la región de Tarapacá, la presión de la gran minería sobre el recurso hídrico ha incidido en la menor disponibilidad de superficies destinadas para el pastoreo.
A partir de lo anterior, las acciones realizadas a partir de la implementación de este plan de manejo, buscaron entregar herramientas que faciliten los esfuerzos que realizan las comunidades por recuperar y conservar los humedales altoandinos y mejorar la productividad de su masa ganadera, utilizando y revalorizando sus conocimientos ancestrales, articulando con el quehacer de las instituciones del Estado, y focalizar recursos acorde a las nuevas tecnologías que pueden contribuir al mejoramiento del sistema.